miércoles, 17 de junio de 2009

Me siento una MOSCA.

Rotundamente, giro por los aires cálidos que día a día me dan vida. Me disperso en el firmamento donde se habla mi dialecto.
Disimulo la envidia y el pudor de estar en tierra, invadiendo la vida de los humanos con un zumbido que molesta.
Soy esclava de este cielo donde anhelo un mundo nuevo.
Tropiezo con las nubes que se interponen en mi esqueleto mientras el sol, no deja de mirarme con recelo.
Me elevo en el aire, vuelta tras vuelta, casi imperceptible desaparezco. Estoy acá y allá, voy y vuelvo, salgo y entro.
Desafío a la naturaleza humana, soy más rápida. Una especie perfecta sin vestimenta, vengativa y distinta, un insecto siniestro.
Espontánea e instantánea, detective con alas, una víctima inmortal de humanoides suicidas.
Pertenezco a otra índole, autóctona de las nubes.
Me atropello, automáticamente, con asuntos incoherentes. Estoy distante pero, escucho. Escucho asuntos innumerables de personas "adorables".
Mi sintonía no transmite, una verdadera ironía. El poder de escuchar y no poder hablar. Un síndrome de mierda.
Simple, vuelo en mi silencio, en mi sinfonía sin vida. Soy digna de este mundo y dueña de este cuerpo. Asumo mi mejor rol, prefiero ser mosca y no caracol.
Tengo un romance con el viento, que rocía mis cabellos y me canta su canción.
Soy minúscula y moderna, una mosca de primera. No pretendo que me entiendas suficiente irrealidad, me basta con una mirada cómplice para saber como actuar...

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